NOCHE DE M.I.E.D.H.O. por Diego Vadillo López

M.I.E.D.H.O regresó el día 24 de marzo con una magnífica exposición cuya presentación tuvo lugar en la Galería Nicole Blanco. Colaboramos en el acto Héctor Martínez Sanz y servidor, lo cual representó un honor dada la categoría humana y artística de este creador. Miedho es un dandi de la oscuridad, lo que no tiene que ver nada con atisbo alguno de oscurantismo. Miedho es un cromático inverso, un luminoso por otras vías. El cóctel de tonalidades verdosas y sabor a enjuague bucal, al que es siempre fiel, ya supone un primer atisbo de color en su aparición en sociedad artística. Sea como fuere, esa factoría unipersonal que es nuestro artista, ha conseguido que muchos terminemos siendo miedosos, pero con hache intercalada, osease, partidarios de él. Miedho es de esos artistas con aliño indumentario cuidado, matiz que lo hace reconocible más allá de sus rasgos artísticos, notorios, por otra parte. Miedho añadió a su nombre artístico la hache como Raphael, otro gran artista que ha hecho del negro algo idiosincrásico. Los diferencia el temperamento, histriónico en el de Linares, y que en M.I.E.D.H.O se torna puro aticismo. Y es que nuestro artista es un tipo ponderado, pese a su juventud (cosa que se agradece en un país de egos mal gestionados y envidias surtidas). Es nuestro Miedho un secretista que escruta la reconditez; que azadona el terreno zarzoso de lo oculto para, a continuación, azulejarlo con los rasgos de su temperamento plástico.
Nos embauca en esta exposición Miedho emplazándonos a una hermenéutica azabache para dar significación (o intentarlo) a cada «eidolon».
Decía Verónica Forqué en un momento de su interpretación del personaje Kika en la película de Almodóvar del mismo nombre: «Yo con que tengan buen fondo y buen rabo… yo me enamoro…». Aparte de denotar el fragmento la recurrencia al comentario fálico en el cine almodovariano, invita la secuencia a una reflexión de cierta enjundia si se quiere ir más allá. Y es que para descubrir la segunda de las cualidades enunciadas por la actriz, basta con lograr una mera visualización del asunto, valdría con la empírica experiencia; mas lo primero requiere de una cierta indagación a su vez sujeta a los variadísimos parámetros que aportase cada cual. Y aun así nunca estaremos seguros de si eso a lo que la Forqué llamaba «buen fondo» no será una mera máscara sostenida a lo largo de un mayor o menor lapso temporal.
Se antoja intrincado acceder a lo insondable del Ser, dado que éste se mueve fundamentalmente en un «parecer», las más de las veces inducido por la colectividad y el contexto que fueren. De ahí que M.I.E.D.H.O haya optado por la vía plástica para intentar un cierto acercamiento al asunto. Un sugestivo demarque el suyo.
Precisamente Émile Armand ya teorizaba a ese respecto cuando apuntaba lo siguiente: «El pincel de los más celebrados artistas y la pluma de los más notables escritores se quebrarían cual frágil cristal, si se empleasen en representar siquiera un eco lejano del tumulto y la refriega que produce el choque de aspiraciones, apetitos, odios y abnegaciones en que se encuentran y mezclan las diversas categorías que dividen a los hombres». Lo que apuntábamos, la clásica controversia del «Ser» y el «Parecer». El propio Armand lo argumentaba observando que todos van enmascarados, esto es, centrándose en el parecer: «¡Parecer! He aquí el ideal supremo; y si tan ardientemente se desea la buena posición o la riqueza, es porque se sabe que sólo el dinero permite figurar».
M.I.E.D.H.O, con sus pinturas acrílicas indaga por entre la trastienda del «parecer» y nos otorga una serie de finísimos halos de esencia.

Por Diego Vadillo López

Artículo publicado en: http://www.azayartmagazine.com/noche-de-m-i-e-d-h-o/

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