10 Mar MIEDHO – artista categórico por Fabianni Belemuski
Mi nombre es Fabianni Belemuski. Soy escritor. No recuerdo cuándo pasé a formar parte de esta categoría y ni siquiera sé si mis conocidos o mis lectores creen que lo soy. En todo caso, ¿qué significa ser escritor?
Recientemente, Alejandra Martínez, amiga y filósofa, me decía que al detenernos a pensar en una palabra visualizamos mentalmente su imagen. Yo pregunté si para la palabra mesa ella veía una mesa concreta y si ocurría lo mismo con la palabra tren o escándalo, o pestaña, estrategia, soberanía, regulación y deseo. Se rió y después de comentar la posibilidad de que su teoría fuera cierta, estrangulamos la conversación con una hamburguesa y una copa de mosto.
Si pienso en la palabra escritor me imagino de repente a Mircea Eliade fumando de su pipa, a Sartre con su estrabismo, a Agatha Christie sosteniendo un periódico o un ejemplar de Orient Express. Por ignorancia no quiero imaginarme a Dan Brown, ni a Pérez Reverte. Quizás sea envidia y una pulsión de estupidez. De Sartre sé que tenía éxito con las mujeres, lo cual es sorprendente dada su gran fealdad. A Cervantes no puedo figurármelo sin pensar en Don Quijote y Sancho Panza cabalgando de espaldas hacia los molinos de viento. A Gabriel García Márquez me lo imagino sonriendo con su bigote y su mirada serena, puede que le falten algunos dientes. Me gusta el rostro pacífico de Paulo Coelho, me gustaría ser su amigo, o su discípulo. No para aprender, sólo para sentirme seguro a veces, cuando la noche avanza. Paulo Coelho es como un iluminado, no creo que haya algo que pueda atormentarlo. Casi nunca pienso en James Joyce, pero la barba de Dostoievski es poco común, el sombrero y la finura del rostro de Robert Musil me dicen mucho.
¿Qué es un escritor? ¿Alguien que está todo el día ante la pantalla, construyendo realidad? No lo sabemos a ciencia cierta y no nos interesa, francamente se puede vivir sin saberlo. Y es mejor no pensarlo demasiado porque tiene que haber cosas que se queden inexploradas, en tabú, en las zonas indecibles. Por ejemplo uno no puede atacar una decisión tomada para siempre, porque no ha sido una decisión puntual, sino un proceso complejo de construcción que ha implicado multitud de vertientes. Merecería la pena una novela tratando el tema porque es interesante saber cómo llega alguien a convertirse en categoría. Y hay infinidad de categorías: médicos, vigilantes, drogadictos, pastores, directivos, directores, coach de vida, ejecutivos. Algunas, hiperespecializadas, pueden provocar sonrisas, pero el hombre también tiene derecho a ser catador, ufólogo, paseador, probador de comida de animales, sexador de pollos, productor de abeja reina, figurante, cuentacuentos de buenas noches, ahuyentador de palomas, pulidor de monedas, inspector de patatas fritas.
¿Qué eres tú cuando no catas vinos? Aparte de catar no sé hacer nada, si no cato no soy – respondería un catador en una entrevista ideal. ¿Qué soy yo cuando dejo de escribir? ¿Un hombre mirando el cielo? ¿Un lenguaje formulando preguntas – realidades que solo tienen cabida en él? ¿Un cuerpo separado del universo? Y si dejara de pensar, ¿sería solo un cuerpo? ¿Y si dejara de sentir?
La cuestión de las categorías daría para conversar durante mucho tiempo, pero he hecho este pequeño recorrido para argumentar que un hombre no es sólo la categoría con la que más se identifica.
MIEDHO es un artista plástico muy consciente de lo que hace. Un estratega, atento a todos los detalles, desde la vestimenta al discurso, desde la obra hasta la mirada que cautiva lo expuesto. Y lo hace porque sabe que cuando se habla o se escribe sobre su obra, MIEDHO el artista y el arte de MIEDHO, están en juego, que su creación, – la obra – está debatida. Conozco a MIEDHO, lo he visto en varias exposiciones, en Madrid y en Valencia. Lleva siempre un largo abrigo negro, botas góticas de suela alta, maquillaje en la cara, sombrero negro, lentes de contacto y otros accesorios metálicos. Su apariencia es impactante. El artista MIEDHO está plenamente consciente de que cuando actúa, dentro de la categoría de artista plástico, el arte es total porque engloba su ser. Nunca se es más artista que cuando el propio autor se convierte en obra. Por eso, cuando es artista, MIEDHO es de alguna forma el producto expuesto de su propia creación. Él mismo se expone como obra de arte, él mismo se expone como imagen y semejanza de sí mismo.
MIEDHO hace algo que no está al alcance de muchos. Un escritor no puede demostrar que es escritor, no puede llevar su máquina Olivetti a todas partes, tampoco alardea de su cuaderno y de su pluma. Pero MIEDHO, encarnado en categoría cada vez que expone, es el artista MIEDHO.
Esta distinción clara entre el hombre y el artista y la obra es una declaración, un llamamiento, una señal, un grito, una alarma, una voz que pretende hacerse oír. El libro MIEDHO publicado recientemente por la editorial Niram Art y escrito por Diego Vadillo López, Héctor Martínez Sanz y el artista plástico Bogdan Ater, señala algunas de las principales características de la obra de MIEDHO, por otra parte oscura, enigmática y difícil de clasificar.
En primer lugar, no se trata de una obra que persigue un objetivo bien determinado. Carece de intencionalidad concreta, determinada, no pretende un posicionamiento en contra de algo que “está mal”. Es más bien la obra que reivindica la reivindicación. MIEDHO, junto a su obra, exige crítica, lucha, acción.
Como un arma de doble filo, por una parte el retorno a la obra en sí, siguiendo la distinción kantiana entre lo bello y lo feo, la obra expuesta y en expectativa del juicio y por otra la clara exigencia de crítica, del despertar, de la lucidez. Tal como señalaba Bogdan Ater en el artículo Hic sunt dracones, el artista MIEDHO incita a la exploración de los lugares desconocidos del mapa, para hallar, para conocer que existen islas con otras posibilidades para la evolución del hombre que las que estamos acostumbrados a habitar. Todos, afirma MIEDHO, “estamos conformados por la sociedad y sus dueños para funcionar de una determinada forma, a través de los medios de información que crean una realidad, a través de la publicidad que moldea conductas y a través de muchos mecanismos que nos mantienen presos y que consiguen, magníficamente, darnos la falsa impresión de libertad”. Todos somos, según él “lugares en un mapa que existen por una razón y que se conectan de una forma concreta, para funcionar en el socius, en el cuerpo social”. La interesantísima reflexión es casi un imperativo para el despertar, para el conocimiento, para el interés, para la crítica, un imperativo que implica intrínsecamente y contrariamente a todo lo que se cree, que hay una salida de la sociedad de la imagen.
El cáncer se multiplica por el interior.
En segundo lugar, la obra de MIEDHO es la búsqueda de estilo, de originalidad, de voz propia en un ambiente artístico partícipe del sistema y adscrito a él, corrupto por su proliferación desenfrenada que, dentro de una liberación malentendida, le ha llevado a la completa banalización; la obra de MIEDHO es la búsqueda de la autenticidad en un momento en que el concepto se ha devaluado infinitamente, en un momento en que el original se confunde fatalmente con la copia. No hay ya distinción, hay equivalencia, afirman los tiempos y MIEDHO, con la inocencia de los que cambiaron el mundo – para bien o para mal -, como los revolucionarios, los conquistadores, los filósofos o los maestros, contradice desde dentro del sistema, al propio sistema que le ha engullido. Es la primera vez que espero que el cáncer artístico, filosófico, literario, el cáncer de la crítica, del grito y de cualquier otra índole, prolifere para producir por lo menos un mínimo lamento ante la destrucción.
“Vivimos anestesiados y nos autodestruimos. Sabemos que será así, porque el camino del progreso no tiene retorno, pero queremos estar despiertos cuando el fin ocurra. Pretendemos que nos quiten el anestésico para sufrir auténticamente y sentir que estamos vivos. No queremos consumir y vivir un sueño, queremos ser más que el sueño de nuestras propias existencias sociales, con sus mitos y embrollos”, expresa MIEDHO en una presentación de su obra en el madrileño club Stigmata.
Pero habló MIEDHO, el artista, MIEDHO, la categoría. Y cuando se bajó del escenario y se quitó la máscara se convirtió en el hombre MIEDHO. Nos fuimos a cenar y a tomarnos refrescos en Espacio Niram.
Ya no hay nada que hacer.
Artículo publicado en: http://niramartmagazine.espacioniram.com/miedho-artista-categorico/
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